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viernes, 13 de marzo de 2015

“Kingdom of heaven”

“El reino de los cielos” (2005) Ridley Scott – Reino Unido

- Bien, ¿qué os parece Jerusalem?
- Dios no quiere hablarme, ni siquiera en el monte, donde murió Cristo, no me ampara la gracia de Dios.
-  No es lo que he oído
-  Eso no importa, parece que he perdido la fe.
- Yo no doy crédito a la fe. En nombre de ella he visto a miles de fanáticos, de todas las confesiones, cometer atrocidades. Demasiada religión en los ojos de muchos asesinos. La santidad está en los buenos actos, en el valor de proteger aquellos que no pueden defenderse. Y la bondad. El deseo de Dios está aquí (señala la sien), y aquí (señala el corazón). Es lo que decidáis hacer cada día lo que os hará un buen hombre, o no.

“Son mis tierras, qué mérito tendría si no puedo mejorarlas”

Hace nada vi “Exodus, Dioses y Reyes”, del mismo director con distinto resultado, lástima. Otro día hablo de ella. Fue terminar de verla y sentir la imperiosa necesidad de revisitar su excelso reino.

Admiro a Sir Ridley Scott, admiro su producción, su forma de entender el cine, le doy gracias por mostrar en pantalla la épica, por incorporar guiones que siempre destilan algún contenido útil, de los que despiertan interés, de los que educan, de los que uno aprovecha para hablar sobre ética con los más pequeños de forma accesible apoyado en lo visual, en lo sencillo, en esa ancha línea que separa lo que está bien de lo que no. Me encanta como sabe dirigirse a distintos targets, como complace por igual. En resumen, le doy las gracias por tanto que ha aportado y de regalo dejo a quien no la haya visto, mención a su tremenda ópera prima, “Los duelistas” (1977), una obra de impresión, con un principio y un final que ya querrían todas, lo recuerdo ahora y siento en mi cuerpo el frío de los amaneceres en la campiña francesa de la época napoleónica; que bien tiene que hacerse para que sienta el frío cuando estoy a 23 grados.


Vayamos a “El reino de los cielos”; hay dos películas, la que se exhibió en salas, y la posterior versión del director. Todos los que hayan visto la primera, deben ineludiblemente ver la segunda, la diferencia entre ambas es abismal, separadas por nada menos que 45 minutos, ahí es nada. La primera vale para pasar el rato y sacar algo para la mochila, la segunda se encumbra en lo excelso, ofrece el guion que omite en la primera en beneficio de la imagen, y nos da los diálogos teatrales que conforman una gran obra.





En su día la vi con prejuicios, estaba en el neón el nombre de Orlando Bloom, sólo recordar  Legolas me transportaba a brazos de Peter Jackson y se me quitaban las ganas. Qué equivocado estuve y que contento de estar en error. La película, está dentro de la mejores de Ridley y como el genio tiene montón, sólo citaré algunas de las que puede sean menos conocidas o atribuidas: “Thelma y Louise”; “Los impostores”; “Black hawk down”; “American gangster” y sobre todo, “Los duelistas” como ya he citado.


La película, la versión del Director, tiene un dinamismo y continuidad sorprendente, no decae en momento alguno, traslada con facilidad, se suceden distintos acontecimientos de forma secuencial, bien llevada, bien expuesta, con la maestría que tiene cuando filma lo épico, con su gusto por el fuego y las flechas, con su cámara narrando una carga desde las pezuñas de la caballería, haciendo que unos pocos extras llenen pantalla, ahorrando recursos sin restar épica, con una ambientación que convence, con decorados exigentes y nada barrocos, con respeto a la historia, en resumen, haciendo lo que uno sabe que quiere hacer, sin nada improvisado en todo cuanto sea terreno vedado para la actuación. Excelente.

La música, de Harry Gregson-Williams, pensada, bien elegida, bien acomodada en paraje, situacionalidad, época y acontecimientos.

Actores. Todos están bien. Resulta entre difícil, injusto e imposible distinguir uno por encima de otro, así la mención debe ser global. Veremos a un Liam Neeson espectacular, a un Michael Sheen genial (merece también ser visto en “El desafío. Frost contra Nixon” (2008), otra buena película muy bien actuada por él y por un inconmensurable Frank Langella), una Eva Green que seduce lo inerte, que es madre, que es esposa, que es amante, que es mujer, que es hermana, que es esclava de su condición, ¿libertad?, ¿qué es la libertad?, muchas facetas tiene la esclavitud sin que prestemos la atención debida; un Orlando Bloom que dota credibilidad a la función, que suple la ausencia de físico con toda mi admiración, que maneja espadas a lo “Excalibur” (1981), sin tanto detalle pero con claros signos de entender las distintas eras que han formado parte de nuestro pasado; un Jeremy Irons brutal, como suele ser, que por persistente no menos excelso, un Brendan Gleeson bestial, un Marton Csokas algo por debajo del resto por no mostrar mayor disimulo en su odio, mayor perversidad en sus actos, mayor cobardía en su proceder, apreciación muy personal desde luego; en resumen una orgía en una película que nada guarda en relación a la pornografía, pero que desemboca en una tremenda bacanal de actuaciones.



Qué decir. Dar las gracias, poco, lo de siempre, pero de todo corazón a Sir Ridley por tanto que nos ha entregado en una vida dedicada al cine, que proviene de la publicidad, de la creatividad, de la pasión y el amor por una profesión; una persona que ama nuestro país, una persona que no entiende cómo no somos capaces de aprovechar lo mucho que tenemos en España, que ya existe, que está en nuestra mano y que se adormece cual aeropuerto de Castellón. Me ofende que gente de talento, personas que expresan sabiduría, nos den lecciones tan elementales que muestran nuestras carencias de forma que sólo me permite reconocer su verdad, mi decepción y sentir vergüenza propia, merecida, laboriosa y premeditada, en resumen, formar parte de la necedad.